La alienación humana según Erich Fromm (II)

Una vez realizado este magistral diagnóstico de la sociedad (Pese a haberlo escrito en una fecha tan temprana como 1955). El autor pasa a analizar las posibles respuestas a este problema que serían tres:

  1. Idolatría autoritaria de tipo fascista o Stalinista
  2. Supercapitalismo
  3. Socialismo

La solución totalitaria, ya sea de tipo fascista o Stalinista, no puede, evidentemente, conducir más que a un desequilibrio y una deshumanización mayores; la solución del supercapitalismo no hace más que ahondar el estado patológico inherente al capitalismo; aumenta la enajenación del hombre y su automatización, y completa el proceso de convertirle en un servidor del ídolo de la producción. La única solución constructiva es la del socialismo, que tiende a una reorganización fundamental de nuestro régimen económico y social en el sentido de libertar al hombre de ser usado como un medio para fines ajenos a él, de crear un orden social en que la solidaridad humana, la razón y la productividad son fomentadas y no trabadas.

Reconociendo el autor este último camino (el del socialismo), como el único camino capaz de acabar con la alienación humana y hacer progresar a la humanidad el autor hace una trayectoría a la historia de este movimiento desde las aportaciones de los llamados socialistas utópicos (Robert Owen, Fourier, Proudhon… ) para terminar en Karl Marx cuyo trabajo y genialidad el autor destaca; sin por ello dejar de hacer tres críticas a su pensamiento:

  1. Marx creía que la bondad del hombre se reafirmaría automáticamente después de realizarse los cambios económicos. No prestó atención a la necesidad de una orientación moral nueva, sin la cual serían inútiles todos los posibles cambios políticos y económicos.
  2. Optimismo exagerado acerca del advenimiento de «la sociedad buena» sin sospechar las posibilidades de la creación de una nueva barbarie en forma de autoritarismo comunista.
  3. Marx creyó que la socialización de los medios de producción era por si misma suficiente para la transformación de la sociedad capitalista en una socialista cooperativa.

La conclusión a la que llega al autor es dirigida principalmente a acentuar la necesidad de que el socialismo democrático vuelva a los aspectos humanos del problema social y se concentre ante todo en ellos; de que debe criticar al capitalismo desde el punto de vista de lo que hace a las cualidades humanas del ser humano; de que sustente una concepción del socialismo en términos humanos, averiguando de qué manera contribuirá una sociedad socialista a poner fin a la enajenación del hombre, a la idolatría de la economía y del estado.

La teoría del materialismo histórico ofrece importantes conceptos científicos para el conocimiento de las leyes de la historia; y hubiera sido más fecunda si los secuaces de Marx hubieran seguido desarrollándola en vez de dejarla empantanarse en un dogmatismo estéril. El primer punto hubiera sido reconocer que Marx y Engels sólo habían dado el primer paso, consistente en descubrir la correlación entre el desenvolvimiento de la economía y el de la cultura. Marx había subestimado la complejidad de las pasiones humanas. No había reconocido suficientemente que la naturaleza humana tiene sus necesidades y leyes propias que están en constante interacción con las condiciones económicas que moldean el desenvolvimiento histórico.

Para ello el autor defiende el «socialismo comunitario» es decir, una organización industrial en que todas las personas que trabajan «serían participantes activos y responsables, en que el trabajo seria atractivo y tendría un sentido, en que el capital no emplearía trabajo, sino que el trabajo emplearía capital.»

 La libertad política por sí misma, en realidad, siempre es ilusoria. Un hombre que vive en sujeción económica seis días, si no siete, de cada semana, no es libre simplemente por hacer una cruz en una candidatura electoral cada cinco años. Si la libertad ha de significar algo para el humano corriente, debe abarcar la libertad industrial. Mientras las personas que trabajan no se sientan miembros de una comunidad autónoma de trabajadores, serán esencialmente serviles, sea cualquiera el régimen político en que vivan. La tarea de dirigir realmente los negocios debe confiarse a los obreros que trabajan en ellos. A ellos debe corresponder el ordenar la producción, la distribución y el cambio. Tienen que conquistar el autogobierno industrial, con derecho a elegir a sus propios jefes; deben conocer y dirigir todo el complicado mecanismo de la industria y el comercio; deben convertirse en agentes de la comunidad en la esfera económica.»

El autor reconoce que en una sociedad tecnológica siempre serán necesarios trabajos automatizados o monótonos, pero se puede conseguir que estos trabajos sean interesantes si la situación del trabajo permite un interés y una participación activa. Para que entendamos mejor el ejemplo el autor nos pide que imaginemos las diferencias que hay entre una tendera asalariada o un artista que vende sus propios productos, ya que en este último caso el intercambio humano es estimulante, el artista mostrará interés en hablar y responder a sus clientes. El autor también pone como ejemplo algún experimento realizado «in situ» por Elton Mayo así como el ejemplo de las cooperativas, en las que pese a realizar la misma tarea técnica que en otras empresas, el distinto componente social del trabajo hace que el obrero «sea consciente de su trabajo y de su finalidad, así como de poder influir por medio de sus indicaciones en el trabajo».

Los sorprendentes resultados del experimento de Mayo revelan que la enfermedad, la fatiga y la baja producción resultante no se deben primordialmente al monótono aspecto técnico del trabajo, sino a la enajenación del trabajador respecto de la situación total de trabajo en sus aspectos sociales. Así que esa enajenación decreció en cierto grado por haber participado el trabajador en algo que tenía sentido para él y en lo cual tenía voz, toda su reacción psicológica al trabajo cambió, aunque técnicamente el tipo de trabajo seguía siendo el mismo. (…) Demostraron que la variación del índice de trabajo en diferentes individuos depende del grupo predominante, o sea de la atmósfera social, es decir, de una influencia colectiva que constituía un fondo intangible y determinaba la naturaleza general de las reacciones a las condiciones de trabajo».  Así también, en un grupo de trabajo menos numeroso, la satisfacción subjetiva y la producción son más altas que en grupos mayores. (…) Esto significa que se han encontrado métodos para combinar la centralización y la descentralización que permiten la participación activa y la responsabilidad de todo el mundo, y que al mismo tiempo crean una dirección unificada en el grado necesario.

El obrero puede convertirse en un participante activo, interesado y responsable, únicamente si puede influir en las decisiones que afectan a su situación individual de trabajo y a toda la empresa. Sólo se vencerá su enajenación del trabajo si no es empleado por el capital, si no se le limita a recibir órdenes, si se convierte en un sujeto responsable que emplea capital. Lo principal aquí no es la propiedad de los medios de producción, sino la participación en la dirección y en las decisiones que se adopten.

El principio de la codirección y la participación de los obreros puede realizarse de tal manera, que la responsabilidad de la dirección se divida entre la jefatura central y los hombres de filas. El principio de la codirección y de la codeterminación supone una seria restricción al derecho de propiedad. El propietario de una empresa tendrá derecho a percibir un tipo razonable de intereses por la inversión de su capital, pero no al mando sin restricciones sobre los hombres a quienes ese capital puede ocupar. Entre los socialistas hay la convicción cada vez más fuerte de que la transferencia de los derechos de propiedad de manos del capitalista particular, a las de la sociedad o el estado, no tiene por sí sola más que un efecto insignificante sobre la situación del trabajador, y que el problema central del socialismo está en el cambio de la situación de trabajo.

Para Fromm, que el trabajo tenga un componente social y participativo hace que se reduzca la enajenación del trabajador, mostrando satisfacción y realización al poder participar en todas las etapas del proceso productivo

Ahora que está tan vigente el debate acerca de la rente de garantía de ingresos he recogido esa parte del libro en la que plantea en una fecha tan temprana como 1955 precisamente una renta de garantía de ingresos universal. El autor; dicho sea de paso, aprovecha para desmontar las leyendas urbanas relacionadas con el tema:

La principal objeción que puede formularse contra esa idea es que si todo el mundo tuviera derecho a recibir una ayuda mínima, las personas no trabajarían. Este supuesto se apoya
en la falacia de la pereza inherente a la naturaleza humana; en realidad, aparte de algunas personas neuróticamente holgazanas son muy pocos los que no quisieran ganar más que el mínimo y que prefirieran no hacer nada a trabajar. Pero el recelo contra un sistema que garantizara un mínimo de subsistencia no carece de fundamento desde el punto de vista de quienes quieren emplear la propiedad del capital para obligar a los demás a aceptar las condiciones de trabajo que ellos ofrecen. Si nadie fuera obligado nunca más a aceptar el trabajo para no morirse de hambre, el trabajo tendría que ser suficientemente interesante y atractivo para inducir a uno a aceptarlo. La libertad de contratación sólo es posible si ambas partes son libres para aceptar o rechazar el contrato, y no es éste el caso en el actual régimen capitalista.

Además de criticar la forma de realizar el  trabajo, el autor crítica también la forma enajenada de ver la democracia; para cambiar esto, el autor plantea un cambio de manera de plantear la democracia; grupos de 500 personas que discutirían distintos problemas y votarían resoluciones en asambleas que harían llegar a una segunda cámara de representantes las propuestas aprobadas.

 Con la discusión y las votaciones en pequeños grupos, desaparecería gran parte del carácter irracional y abstracto de las resoluciones, y los problemas políticos interesarían de verdad a los ciudadanos. Se invertiría el proceso de enajenación, en que el ciudadano individual entrega su voluntad política mediante el rito de votar poderes que están fuera de él; y cada individuo recobraría su papel como participante en la vida de la comunidad.

Como conclusión final a su obra el autor exclama:

El peligro del pasado era que los hombres se convirtieran en esclavos. El peligro del futuro está en que los hombres se conviertan en robots o autómatas. El ser humano se encuentra hoy ante la más fundamental de las decisiones: no tiene que decidir entre capitalismo y comunismo, sino entre robotismo (en sus variedades capitalista y comunista) y socialismo humanista comunitario. La mayoría de los hechos parecen indicar que se inclina por el «robotismo», y eso significa, a la larga, locura y destrucción; pero todos esos hechos no son  bastante fuertes para destruir la fe en la razón, la buena voluntad y la salud del hombre. Mientras podamos pensar en otras alternativas, no estamos perdidos; mientras podamos deliberar juntos y hacer planes juntos, podemos tener esperanza.

Ya perdonaréis que haya puesto tantas citas del libro, pero siendo una lectura tan jodidamente excepcional y buena no he podido evitarlo; solo he de decir que es totalmente obligatorio leerle a este hombre por que a uno le hace cambiar la forma de ver muchas cosas de manera radical, los que hayais leído «el arte de amar» me entenderéis. Ahora voy a hacer mis críticas y comentarios a esta obra maestra de la psicología.

Críticas:

  • El diagnóstico es, como ya he comentado antes, absolutamente excepcional, me quito el sombrero ante su capacidad de ir a la raiz de las cosas y de analizar de una manera tan sistemática e integral los problemas de la psicología contemporánea; dicho esto, no entiendo como el autor no se da cuenta de que buena parte de la «enajenación» es inseparable del sistema en el que vivimos. El autor se queja de que el centro por el que gira nuestras vidas es nuestro valor para el sistema y no nuestro valor como humanos, este es sin duda un comentario bastante idealista; nos guste o no hemos creado un sistema que trasciende completamente a la humanidad y que tiene necesidades propias y que necesita que los humanos nos especialicemos más y más en campos científicos cada vez más alejados de la normalidad para poder avanzar tecnológicamente y crear así un sistema cada vez más eficiente y sistematizado. Por ello, tanto Fromm como cualquier persona que aspire a crear una sociedad más justa y libre tiene que ser consciente de que los cambios que quiera implementar tienen que servir para mejorar el funcionamiento del sistema. Esto no es más que la aplicación del materialismo histórico a la situación contemporánea.
  • Por ello las opiniones que si son realistas y científicas serían las soluciones que ofrece para acabar con la alienación en el trabajo y en la democracia ya que como demuestra, la presencia de los trabajadores en la toma de decisiones, en la participación y en el conocimiento de todo el proceso productivo mejoran la producción y tal como señalaba Kropotkin en «la conquista del pan», también ayudarían a innovar más. Esto, dicho sea de paso, sería una crítica bastante válida a las ideas de Ted Kaczynski ya que según este último la alienación humana avanzaría lineal, creciente e inevitablemente con el avance tecnológico. Para el futuro nos quedaría pués resolver este dilema: Hasta que punto es posible reducir la alienación humana en un sistema tecnológico??
  • Diferencias relativas entre grupos: El autor habla mucho de como la gente se siente insatisfecha por que no hacen más que consumir y llenarse de estímulos por que tienen miedo a aburrirse y habla de como para ser felices habría que cambiar eso por una personalidad más creativa, autónoma y activa. Si bién esto es bastante cierto habría que recordarle que la psicológía es siempre relativa, me explico. Nuestra motivación en la vida es tener éxito obteniendo un alto estatus social en los grupos de los que formamos parte; si todo el mundo se dedicara a realizar actividades creativas y activas no nos sentiríamos necesariamente satisfechos y felices ya que esta satisfacción es dependiente del éxito en estatus social obtenido por nuestra actividad; por lo tanto el no ser tan creativos u originales como los que nos rodeasen no nos haría sentirnos satisfechos, pese al «activo» modo de vida que llevásemos.

 

About Ander Urkijo

"Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír."

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